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Bayetas y estropajos de cocina, ¿cuándo debemos cambiarlos?

Si la bayeta se ha puesto babosa debemos tirarla. 

Esta textura resbaladiza que adquieren las bayetas con el tiempo no es grasa sino biofilm, una capa que desarrollan las colonias de bacterias para protegerse y mantenerse con vida.

En un estropajo podemos encontrar más microorganismos que estrellas existen en nuestra galaxia. Aunque parezca mentira, las bayetas y los estropajos se encuentran entre los objetos donde más bacterias se acumulan. Eso significa que, en lugar de limpiar, pueden acabar contaminando la cocina y los alimentos con microorganismos patógenos. A menudo es muy difícil acabar con ellos, así que la mejor opción consiste en renovar esos utensilios con frecuencia.

La bayeta: un hábitat idóneo para las bacterias

Los estropajos y las bayetas pueden ser una importante fuente de contaminación cruzada en la cocina.

Utilizamos los estropajos y las bayetas para retirar restos de comida de superficies, así que parte de esos restos quedan atrapados en la propia bayeta o estropajo y sirven como excelente fuente de nutrientes a los microorganismos. Aquí encuentran unas condiciones idóneas para reproducirse porque, además de los nutrientes, tienen un entorno con un alto grado de humedad (suelen estar mojados) y con una estructura que favorece su desarrollo (por ejemplo, los estropajos de espuma tienen pequeños agujeros que favorecen el aporte de oxígeno).

Además, esas pequeñas cavidades hacen que aumente enormemente la superficie disponible para que los microorganismos puedan crecer. En resumen, hay nutrientes, agua, oxígeno y una gran relación superficie-volumen, lo que hace de las bayetas y, sobre todo, de los estropajos, los objetos de cocina donde más microorganismos se acumulan.

Un estudio publicado en la revista Nature estimó que en un solo centímetro cúbico hay 54.000 millones de bacterias. Además, pueden ser muy difíciles de eliminar, debido a que forman biofilms.

¿Qué es el biofilm y cómo se forma?

Hasta hace poco tiempo se pensaba que los microorganismos se desarrollaban de forma aislada, pero desde hace aproximadamente 30 años se sabe que no es así. En realidad se agrupan formando complejas estructuras que les permiten aumentar su capacidad de supervivencia. Es lo que se conoce como “biofilm”, una película formada principalmente por agua (97 %) y por otras moléculas (por ejemplo, proteínas, azúcares, etc.) que sirve de protección frente a la acción de agentes adversos, evita la deshidratación, permite disponer de nutrientes (tiene canales que posibilitan el intercambio de nutrientes y gases) y favorece la reproducción.

Biofilm en los utensilios de cocina: la ‘baba’ de la bayeta

Los biofilms se forman con facilidad. Para ello solo se requiere un entorno hidratado, una cantidad pequeña de nutrientes y la presencia de una pequeña cantidad de bacterias. Es decir, en nuestra cocina también puede ocurrir, especialmente en utensilios donde se reúnen esas condiciones, como tablas y cucharas de madera, bayetas o estropajos.

En muchas ocasiones se puede notar fácilmente al tacto, porque la superficie está resbaladiza, como ocurre en las bayetas que tienen mucho uso. Quizá pensemos que es por la presencia de grasa, pero en realidad es debido a la formación de esos biofilms. Su principal problema es que son muy difíciles de eliminar.

En primer lugar se produce una unión débil de las bacterias a una determinada superficie (por ejemplo, una cuchara de madera, una bayeta o un estropajo).

Si no lavamos o desinfectamos rápidamente estos útiles, las bacterias comienzan a anclarse a la superficie, gracias a que producen una matriz formada por diferentes compuestos (azúcares, proteínas, etc.). Para ello pueden necesitar entre veinte minutos y cuatro horas. Posteriormente se multiplican, formando colonias y producen el biofilm que les proporcionará las condiciones idóneas para sobrevivir.

¿Cómo se elimina el biofilm?

Los biofilms traen de cabeza a la industria alimentaria porque una vez que se forman son muy difíciles de eliminar. 

Como norma general conviene mantener las superficies de la cocina y los utensilios limpios, e intentar limpiarlos en cuanto se ensucien.

  •  ¿Qué hacemos con los estropajos?

Aunque se puede optar meterlos durante unos minutos en agua hirviendo o incluso en el microondas, los estudios apuntan que, aunque inicialmente se reduce la carga bacteriana, finalmente acaban teniendo el mismo número de bacterias. Además, el estudio nos indica que ningún método de limpieza produce una reducción de más del 60 % de la carga bacteriana.

  • ¿Qué hacemos con las bayetas?

Lo que se hace en muchas ocasiones para tratar de limpiar las bayetas que están muy sucias o muy usadas es meterlas en lejía o incluso lavarlas en la lavadora con agua caliente. Después de esto ya no suelen están resbaladizas porque en principio esos tratamientos pueden eliminar el biofilm, al menos parcialmente.

De entre los métodos “caseros” que podemos utilizar para limpiar las bayetas (lejía, lavadora u otros como amoniaco), lo más eficaz es la lejía. En cualquier caso, que estos tratamientos puedan eliminar parte del biofilm no significa que se acabe con las bacterias por completo.

La solución más recomendable es renovar bayetas y estropajos con frecuencia. Algunos investigadores proponen que sea cada semana, aunque esto dependerá de muchos factores, como la frecuencia de uso, la forma en que los utilicemos, el material de que estén hechos, etc.

Esta medida puede parecer poco sostenible desde el punto de vista medioambiental. No es nada nuevo. A menudo la sostenibilidad está reñida con la seguridad alimentaria. Por ejemplo, para secar las superficies es más seguro utilizar papel de cocina en lugar de bayetas, pero en principio la primera opción parece menos sostenible.